COVID-19 y el culto

Estimada gente de la diócesis de Virginia,

A medida que el coronavirus se propaga, como personas de fe debemos protegernos unos a otros, particularmente a los más vulnerables.  Como una medida para lograr esto, la obispa Brooke-Davidson, tres miembros del personal diocesano y yo nos reunimos virtualmente con 185 miembros de nuestro clero esta tarde y les transmitimos la decisión que tomamos de no reunirnos físicamente para el culto en los edificios de nuestra iglesia durante las próximas dos semanas, desde ahora hasta el 25 de marzo.  Hacia el final de las dos semanas, evaluaremos la situación y haremos los ajustes necesarios.

Una primera versión de un artículo del Washington Post en línea dice que hemos "cerrado" nuestras iglesias durante dos semanas.  Eso no es correcto.  Las iglesias pueden permanecer abiertas, a menos que los funcionarios locales de salud exijan lo contrario.  El personal de la iglesia puede venir a trabajar.  Sin embargo, no nos reuniremos físicamente para el culto público.

¿Por qué?  El coronavirus ya es una pandemia, y somos responsables unos de otros, especialmente de los más vulnerables. Los modelos matemáticos muestran que el virus se está propagando exponencialmente. No podemos detener la propagación, pero podemos reducir su avance, y así salvar vidas y ayudar a asegurar que nuestro sistema de salud siga siendo efectivo.  El distanciamiento social es nuestra mejor herramienta para reducir el avance de la enfermedad. La diócesis de Washington ha tomado la misma decisión en respuesta al aumento de casos de COVID-19 en el área urbana y suburbana de DC.

No es la primera vez que nuestras iglesias han suspendido el culto público.  Hace ciento dos años, los obispos cancelaron las visitas y las iglesias cerraron de dos a seis semanas durante la gran epidemia de gripe.  Como aquella vez, estos son tiempos extraordinarios e inusuales.  Y es necesario tomar medidas extraordinarias e inusuales.

Si bien no nos reuniremos en nuestras iglesias para el culto estos dos próximos domingos, adoraremos y alabaremos a Dios. Antes del final del día de mañana les enviaremos recursos para el culto virtual con una variedad de opciones para iglesias de todos los tamaños. También incluiremos enlaces con las respuestas a las preguntas que el clero de la diócesis hizo esta tarde durante las reuniones de ZOOM, y otras preguntas que recibimos.

No tengan miedo.  Dios es bueno.  Dios nos está guiando y orientando incluso ahora. Dios nos está enseñando a ser Iglesia de maneras que pueden no ser cómodas, pero sí fieles.

Dios los bendiga y Dios nos bendiga a todos mientras nos cuidamos los unos a los otros, especialmente a aquellos que son más vulnerables.

Atentamente,

Obispa sufragánea y autoridad eclesiástica

 

Dios santo, misericordioso y bondadoso; nuestros tiempos están en tus manos, y estos tiempos nos han llevado a un momento extraño. Leemos las noticias. Escuchamos las historias. Sabemos de personas que han dado positivo en la prueba del coronavirus o han estado en una habitación con personas que han dado positivo. Y nos preguntamos. Sabemos que hay miedo allí fuera, y te pedimos que nos ayudes a convertir ese miedo, nuestro miedo, en una oportunidad para tu amor. Rezamos por todos los afectados por esta enfermedad, por los que tienen miedo, por todos los trabajadores de la salud, por nuestro sistema hospitalario, por todos los líderes que toman decisiones que afectan a su gente. Guíanos a todos, porque no hemos hecho esto antes y estamos descubriendo cómo hacerlo sobre la marcha. Guíanos, bendícenos, llénanos con tu paz y con tu presencia, para que nuestra fe siempre supere nuestro miedo, y para que podamos ser parte del trabajo de sanación que estás haciendo. Y rezamos por todo esto en el nombre de Jesús. Amén.